Me encanta Japón. Cuanto más veo, más me gusta. Y no deja de sorprenderme.
El domingo fue un día muy cansado. Terminamos literalmente agotados y sin fuerzas ni para quejarnos de lo cansados que estabamos.
Comenzamos la mañana paseando por Omotesando, la zona con más «pedigree» de Tokyo, donde se encuentran todas las tiendas pijas. Debéis saber que en Japón el aspecto es muy importante. La gente parece estar en una lucha constante por destacar respecto al resto. Y esto es bastante fácil de entender. El país del sol naciente es un lugar lleno de costumbres muy arraigadas, seguidas en masa. Adoradores de las metodologías, muy a menudo llegan a saturarse de una vida demasiado estructurada. Un pequeño colgante, el pelo teñido de un color llamativo o un sinfín de competiciones sobre la falda más corta y sensual. Cualquier forma de diferenciarse sirve y resulta casi impensable encontrar por la calle a una adolescente sin sus mejores trajes de gala y un par de horas de maquillaje.
[Celebración en Omotesando]
Después fuimos a Harajuku, donde paseamos largo y tendido por los comercios situados en Takeshita Dori, una calle muy céntrica, bastante frecuentada por adolescentes y turistas. Allí pueden encontrarse todo tipo de adornos y ropas, además de muchos objetos curiosos. Yo, que soy muy poco adorador de las tiendas, no presté mucha atención a los comercios, pero lo pasé bastante bien haciendo fotos a la gente entre la multitud.
[Calles de Harajuku]
[Chica paseando por Harajuku]
[Publicidad subliminal en la Harakuju]
Tras la ruta de compras nos acercamos a Yoyogui Park. A la entrada del mismo pudimos distrufar de los atuendos llamativos de unos cuantos jóvenes. Posteriormente nos adentramos en Meiji Jingu, donde encontramos un templo espectacular en el que se estaba celebrando una boda típica.
[Jovenes con vestimentas vistosas en Yoyogi Park]
[Chica con vestido llamativo en Yoyogi Park]
[Boda típica japonesa]
Pasamos el mediodía recorriendo Nippori, un lugar increíblemente tranquilo y relajado con varios templos. Caminamos un poco más y llegamos a Yanaka Graveyard, un cementerio enorme. Es curioso el concepto de cementerio que tienen aquí, como un espacio muy respetado pero especialmente abierto e incorporado al día a día y la naturalidad. Prueba de ello es que finalmente se trata de un parque donde la gente va a pasear. Cabe destacar que en este cementerio se encuentra la tumba de Yoshinobu Tokugawa, el último shogun de Japón.
[Templo en Nippori]
[Cementerio típico japonés]
Entrada la noche nos acercamos a Yanaka, donde encontramos varias calles que conservan su estado típico japonés. Allí compré un regalo y unas maravillosas pastas típicas. Un rato después, merecedores del descanso, entramos en un local a degustar un riquísimo postre hecho de frutas, judia y helado.
[Comprando dulces tradicionales]
Una vez llegamos a Ueno, nos acercamos a Ameyoko para disfrutar del auténtico mercado de pescado. Y esto debió abrirnos el apetito porque fuimos acercándonos a Izue, a degustar anguila con arroz en un magnífico restaurante típico. Para mí, una experiencia genial y totalmente nueva, por comer anguila sentado en un tatami.
[Mercado del pescado]
[Anguila con arroz]
Nos hemos tomado el lunes con más tranquilidad ya que estabamos realmente cansados y queremos empezar a recuperar energías para Kyoto. Por la mañana nos hemos levantado tardecillo y tras un buen desayuno-comida nos hemos acercado a Sunshine 60, un edificio con sesenta plantas, que alberga oficinas, un centro comercial y algunas instalaciones que hemos visitado.
Después de dar un rodeo por la parte del centro comercial, sobre la cual no voy a extenderme, puesto que ya conocéis mi cariño a hacia este tipo de lugares, hemos ido al acuario. Nada fuera de lo normal pero digno de visitar. Hay algunas especies locales y realizan actividades con los animales.
[Animalillo raro del aquario]
Tras pasar por el acuario nos hemos elevado hasta la planta 60 del edificio donde hemos podido divisar unas magnificas vistas de Tokyo y hacer muchas fotos panorámicas.
[Vistas desde la planta 60a del edificio Sunshine]
Más tarde hemos vuelto al hotel a descansar un rato y hemos salido a cenar por Ikebukuro, donde nos hemos puesto las botas con Gyoza y Soba. Paseito nocturno y prontito para casa a recuperar energías.
[Soba en un restaurante típico de Ikebukuro]
Hoy martes nos hemos levantado más tarde y hemos desayunado en el café italiano que hay cerca del hotel. De camino a la estación de tren de Ikebukuro nos hemos topado con un concierto de música en vivo, del cual hemos podido escuchar muy poco porque estaba terminando.
[Intérprete de la orquesta]
El resto del día hemos estado de visita por Akihabara. Es la parte de Tokyo donde se encuentran todas las tiendas de electrónica. La tecnología quizás es el punto que menos ha cumplido mis expectativas. Siempre había pensado que Japón es un lugar con tecnologías años luz del resto de Occidente -y especiamente España-, pero me ha parecido más bien que únicamente cuentan con una mejor integración en la vida diaria. Es decir, no he visto ningún cacharrillo que me haya sorprendido mucho y el precio de los gadgets es incluso ms caro que en Barcelona.
[Tiendas de tecnología en Akibahara]
[Hombres caminando por Akibahara]
Hemos vuelta al hotel a reponer fuerzas y estar bien descansados. Mañana nos espera una de las partes más interesantes del viaje: Kyoto. Seguramente más tarde iremos a un restaurante de la zona donde te traen la carne cruda en una bandeja para que tu mismo la cocines.
Curiosidades sobre Japón:
¿Sabéis que en Japón se suicidan unas 10 personas al día? Esta tasa subió durante el pasado mes de abril, en el que llegaron a quitarse la vida una media de 100 personas al día.
Los japoneses son personas tremandamente ordenados. En cada obra que te cruzas por la calle hay ms gente señalizando la misma que trabajando. Todo esta tremendamente bien organizado y las indicaciones para llegar a los lugares son perfectas.
La vida en Japón es bastante agitada. Prueba de ello es que apenas existen bancos ni lugares para sentarse en las calles. La mayoría de los locales transitan sin cesar y sin hacer grandes pausas. En los bares y restaurantes las mesas se ocupan lo mínimo posible para terminar la consumición y a continuación se abandona el lugar.
Las bicis están muy bien integradas en la vida cotidiana. Circulan por todos los lugares, incluída la acera, y nunca hay ningún choque con los peatones y los coches. Básicamente todo el mundo utilia un mismo modelo de bicicleta, que a menudo incluye un tipo de candado que bloquea la rueda trasera. Esta es la única seguridad y en muchos casos ni tan solo esto.
Y hablando de segurida, Tokyo es una ciudad tremandamente segura. Desde que hemos llegado a aquí no hemos visto ningún tipo de delincuencia y tampoco se cometen infracciones de tráfico. Como ya sabéis, la gente es tremendamente respetuosa y ante cualquier pequeño desliz, como puede pisar a alguien sin querer, las partes implicadas se desviven en un ritual de perdones de lo más corteses.
He leído bastante sobre la reacción de los japoneses frente a los occidentales. Aunque aprecian el turismo y tratan muy bien a la gente de fuera, es sabido que los locales no se sienten especialmente cómodos con los foráneos. Pero hay algo muy acurioso: en ningún momento vas a notar que te observan con admiración o recelo. El único modo de darte cuenta es dirigir rápidamente tu mirada a uno de ellos y notarás como desvía sus ojos hacia otro lugar, con una velocidad admirable.
Otro aspecto que me está sorprendiendo bastante es la cantidad de chicas jóvenes que vemos por la calle, en comparación con los chicos. Pero si algo realmente cuesta de ver en las calles de Tokyo es a la gente de mediana edad. Quizás sea porque están trabajando durante las horas que nosotros paseamos o porque sea poca costumbre disfrutar del ocio fuera de casa, pero incluso en el metro cuesta de verlos.
Si pensamos en los trabajos, algo que me ha gustado bastante es la especialización de los oficios, sea cual sea. A diferencia de nosotros, ellos viven por y para el trabajo. Son perfectamente responsables de su rol en las empresas y realizan todo tipo de tareas en el negocio. Por ejemplo, un mismo empleado es capaz de limpiar el suelo, arreglar una máquina, atender a los clientes o servir una mesa. Aunque hayan varios trabajadores, todos ellos realizan diferentes tipos de tareas. Y lo hacen con un nivel de especialización tan detallada y un buen trato al cliente, que se nota que se entregan totalmente a ello. Sinceramente, envidio que nosotros no seamos tan buenos trabajando.
Hoy he querido probar el tabaco japonés, por simple curiosidad. Debéis saber que en las calles no se puede fumar, salvo en unas zonas especialmente señaladas para ello. Me he dirigido a una de esas zonas y he sentido un rechazo bastante grande hacia mi. De repende había un círculo vacíó de gente donde yo estaba. Pienso que se han sentido invadidos en algún sentido. Voy a volver a repetir la experiencia. Quiero saber más.
Por cierto, hoy en el metro hemos visto un mensaje de que Japón está en alerta máxima por algo, pero el mensaje en inglés no da mucha información. En japonés suelen incluir muchos más detalles. No he encontrado el motivo por internet.
[Saludetes desde Tokyo]
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