¿Por qué a menudo obviamos la realidad y nos empeñamos en seguir las reglas? En un mundo perfecto, los axiomas marcarian las mejores decisiones para cada situación. Sin embargo, todos sabemos que no es así; podemos aplicar un gran número de teoremas particulares, rompiendo básicamente todas las reglas.
Aun así, nos empeñamos en seguir las reglas que marca el mercado, los negocios y la tecnología. Podemos empezar por la imagen de marca. Como empleados aceptamos el marketing personal de la empresa, confiamos ciegamente en sus apuestas y las defendemos a capa y espada.
Seguimos… no nos gusta Windows pero es lo que «debemos» utilizar. Preferimos un 4×4 pero algo nos dice que venir a trabajar con un deportivo es más cool. Generamos ideas. Queremos ponerlas en práctica y confiamos en la uniformidad de pensamientos. ¡Está claro! 2+2=4… pero alguien pensará que que son 4.00, o 4,00, o cuatro, incluso 4.0.
Extrapolamos y llegamos a pensar que el producto en el que trabajamos es realmente sencillo de utilizar, sus defectos son imperceptibles y el cliente un ingeniero especializado en 20 disciplinas. Seamos coherentes, todos los productos tienen fallos y no siempre su interfaz es amigable. No todos los productos son rentables. A veces incluso antes de lanzar un producto, la mayoría de las personas involucradas en su desarrollo son conscientes del fracaso. ¿Quién pone el punto de coherencia?