Hasta hoy no lo tenía claro, pero después de un agradable paseo en familia lo he descubierto: soy un tecnoadicto.
Esta tarde he aprovechado para pasear por el Laberintos de Horta. Aunque parezca mentira nunca lo había visto y las visitas siempre son una buena excusa. Salgo de casa con el equipaje listo: mi 350D, 70-200 «copito», grip, baterías extra, 18-55, filtros, disparador, teléfono móvil… maldigo el SAT de MediaMarkt; mi HTC lleva en reparación 5 meses y no he conseguido nada tras varias reclamaciones a Consumo. En fin, me resigno a utilizar mi orientación (ciértamente escasa), leer carteles y preguntar.
Por el momento está claro: vivo rodeado de tecnología y me encanta. Cuando entramos al laberinto rápidamente tomamos la iniciativa de separarnos y escondernos del resto del grupo para hacer más interesante la búsqueda de la salida. Tras unos minutos recorriendo varios caminos sin salida, llega mi primer impulso tecnológico. ¡¡¡Necesito mi GPS!!! Si tuviese un localizador podría salir rápidamente.
Sigo caminando y noto que me he separado del resto del grupo. Tampoco he traído los walkie talkies y no puedo comunicarme con el resto del grupo. Miro mi móvil y no tengo cobertura… habrá que pensar en otra opción.
Ya lo tengo… ¡¡Google Maps!!! Seguro que puedo ver la vista aérea del laberinto, y si no aparece, siempre puedo descargarme en la PDA un mapa. De nuevo recuerdo que no tengo mi querida HTC. ¡Horror! Tampoco puedo dibujar un mapa.
Aquí viene lo peor. Visto que no podía conseguir ningún gadget para el fin, estructuré los diferentes caminos en entradas condicionales; una mezcla entre un gráfico de Gant, un XML y un algoritmo lleno de ifs, whiles, …
Este es solo el comienzo de una serie de tecnosoluciones para acometer mi meta: ¡salir del laberinto! Y es que mi orientación es realmente mala. Debo admitir que me encantan las soluciones creativas, y especialmente si la tecnología está en ella. Finalmenete dejo de pensar en soluciones tecnológicas y me decido a entrenar la mente.
Mientras buscaba la salida al laberinto, un único pensamiento ocupó mi mente: La tecnología nos hace más vagos.