La zona de confort

zona de confortDurante mucho tiempo he odiado el concepto de «salir de la zona de confort». Era algo que uno de mis superiores me repetía constantemente. A mi, gran asiduo de los descubrimientos y amante de la curiosidad, me dejaba totalmente desconcertado escuhar este concepto dirigido a mi. Con el paso del tiempo entendí la equivalencia entre salir de la zonde confort y comerse un marrón.

Volviendo al tema principal: ¿Qué es la zona de confort? Es esa situación en la que nos sentimos seguros pero que puede nos satisfacernos totalmente.

Algunos ejemplos:

  • Nuestro actual trabajo no nos llena totalmente, pero lo dominamos a la perfección.
  • Nos gustaría montar un negocio pero no nos atrevemos a dar el paso.
  • Ese amor adolescente por el que vibras, pero que tenemos conquistar por miedo al rechazo

Hay mil situaciones en nuestra vida diaria que no cambiamos o no sabemos aprovechar por estar en la zona de confort. Esto no es ni mas ni menos, que el mido al cambio. Los humanos somos seres de costumbres. Nos han educado para percibir las cosas, asimilarlas y ejecutarlas. Una vez están bajo nuestro control, es tremendamente fácil automatizar las cosas sin tan solo pararnos a pensar por qué las hacemos.

¿No creeis que perdemos oportunidades de hacer cosas magnificas simplemente por no acostumbrarnos a nuevas situaciones? Hay mil formas de vencer esos miedos y no ha de ser de manera repentina, que puede llegar a ser violento.

¿Queréis aprender a gestionar el cambio? Permitidme que haga una reflexión antes (prestada de un muy buen profesor de Inteligencia Emocioanal). Definición de LOCURA: «Hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes». Vale, puede ser que la aleatoriedad de las cosas nos lleve a diferentes puertos. Pero si realmente quieres conseguir objetivos, ves poniendo piedras para que se hagan realidad.

Y ahora os propongo un ejercicio, aprendido en algunas clases de Inteligencia Emocional y Programación Neuro-linguística: Haz cada día algo nuevo. No hace fata que sean cambios radicales. Simplemente, introduce pequeñas variaciones en tu día a día. Toma un camino diferente para volver a casa, siéntate en un sillón diferente al habitual, come con una persona con la que no sueles pararte a charlar, etc. Cualquier cambio vale. De este modo, nuetra red neuronal se acostumbra a no construir un camino lineal en situaciones complejas y toma escenarios alternativos como algo válido. De modo que esto ayuda a superar los miedos a enfrentarse a escenarios desconocidos y nos hace salir un poquito de nuestra zona de confort.

¿Lo habéis probado? ¿Qué ha sucedido?

Síntomas de unas buenas vacaciones

Muchas veces hablamos sobre la importancia de descansar en las vacaciones y, especialmente, dejar de lado las presiones y estrés que condicionan la vida moderna.

Hoy, cuando he vuelto al trabajo, muchos compañeros me han preguntado qué tal han ido mis vacaciones. Esta vez, sin dudarlo, he respondido que genial, por los siguientes motivos:

  • Al poner el despertador, he tenido que recapacitar para recordar a qué hora me levanto para ir a trabajar.
  • He olvidado la tarjeta de acceso a la emrpresa, puesto que no recordaba que era necesaria para acceder al edificio.
  • Al entrar en el ascensor, he pensado durante varios segundos en qué planta trabajo.
  • Al intentar identificarme en mi ordenador, no conseguía recordar mi contraseña.
  • He abierto el correo y, ante la sorpresa de tener 328 nuevos correos, en la mayoría de los casos he tenido que esforzarme para recordar de qué iba el asunto.

Para mi estos son muy buenos indicadores de que las vacaciones han cumplido con creces su objetivo: hacerme desconectar del trabajo. ¿Te sucede lo mismo cuando disfrutas de las vacaciones?

Nos falta iniciativa y confianza

Sí. En España nos falta iniciativa y confianza. Quizás también un poco de talante. Pero especialmente, no nos creemos capaces de salir a competir en negocios que pueden llegar a ser prósperos. Solo confiamos en aquellas fórmulas que le funcionan al vecino o intentamos replicar modelos que ya existen.

Lo tengo claro desde hace mucho tiempo. En muchas ocasiones he comentado que emprender en España está mal visto; fracasar ya es intolerable. El clima familiar, amigos y colegas de profesión no son muy alentadores, pero especialmente nos falta el «empowerment» personal.

Esta mañana, cuando he venido a trabajar, me he encontrado con una situación muy peculiar que, aunque me ha sorprendido, no deja de ser un reflejo de la falta de confianza en nosotros mismos. Imaginad la situación: entro en un aparcamiento de tierra, ocho o nueve coches dando vueltas de manera deseperada por encontrar un hueco donde aparcar. Doy una vuelta por la zona y encuentro una fila de aparcamientos «virgen». Observo 2 segundos y, tras comprobar que no bloqueo a ningún coche, decido iniciar la fila. ¿Imagináis que ha sucedido? Inmediatamente el resto de coches han acudido a completar la fila, uno tras otro.

¿Por qué esta falta de confianza tan característica de estas tierras? El tema me preocupa todavía más cuando pienso en la localización de este parking, rodeado de empresas, donde estas personas probablemente deban tomar decisiones que afecten a sus negocios.

Kyoto, Ikebukuro, Kawagoe, Ginza,Shibuya y más

Han pasado algunos días desde la última vez que os conté como avanzaba nuestra aventura por Japón, y no se para menos. El país el sol naciente es precioso, pero también muy agotador. Un gran cúmulo de asombros, cosas nuevas cada día y sinfín de admiración. En Japón, a diferencia de otros lugares, no eres simplemente un turista descubriendo monumentos. Aquí la mayor atracción es respirar la cultura, el respeto y el ambiente; y además contemplar miles de otras atracciones visuales.

Y una vez he encontrado una buena excusa como prólogo, me siento en posesión de suficientes argumentos como para olvidar la cronología en los eventos que voy a compartir con vosotros 🙂

La visita a Kyoto era una de los hitos más esperados. Había escuchado decir repetidas veces que Kyoto es el auténtico Japón y Tokyo una réplica de Nueva York con aires orientales. Quizás no lo he sabido apreciar, pero mi opinión es totalmente contraria y pienso que Tokyo mantiene un ambiente mucho más japonés, no por sus ubicaciones pero sí por sus gentes. Kyoto es un lugar precioso, lleno de templos y grandes lugares tradicionales para visitar, como el barrio de las Geishas. Sin embargo, los aires turísticos han prostituido en gran medida estos lugares. Un gran dominó de tiendas con precios desorbitados en forma de corredor hacia los templos, entradas de pago a los templos dignas de mención y un gran cúmulo de comerciantes intentando venderte cosas. Grandes colas de turistas por doquier y tumultos bloqueando cualquier suspiro de tranquilidad completan un panorama totalmente enfocado al negocio.

En cualquier caso, un destino muy bonito por sus preciosos templos que conservan todo su carisma oriental y las grandezas de otros tiempos.


[Callejón de tiendas subiendo a un templo de Kyoto]


[Templo en Kyoto]


[Mujeres caminando por Kyoto con trajes típicos]


[Templo Dorado en Kyoto]

Otro de los dias hemos pasado por el salon AMLUX de Toyota. Allí hemos visto los últimos modelos de la marca, que por cierto, son preciosos, además de algún coche de carreras. Pudimos utilizar simuladores de seguridad para ver el comportamiento de los coches ante situaciones de peligro y observamos de cerca los componentes utilizados para su construcción.
Hay algo especial que me gustaría destacar respecto a la visita a AMLUX: después de visitar el edificio sabes que tu próximo coche va a ser un Toyota. Y ningún comercial se ha acercado a vendernos las maravillas de sus coches, pero hemos podido ver de cerca como la marca japonesa se preocupa por la seguridad, sin que nadie nos lo cuente. Lo hemos experimentado.

No tengo pensado cambiar de coche, así que por el momento os dejo con algunas fotos.


[Interior de un coche en AMLUX]


[Coche de rally en AMLUX]


[Coche de exposición en AMLUX]


[Muestra sistemas de protección en AMLUX]

Ese mismo día, más tarde, nos acercamos a uno de los templos más famosos de Tokyo -y de pasada por un mercado- para contemplar algunas otras maravillas del arte oriental.

[Templo en Tokyo]


[Boletos de la suerte con las predicciones futuras]

Al día siguiente fuimos a la Bahía de Tokyo a disfrutar de unas vistas maravillosas en el «Bus Aquatico» y a continuación dimos un paseo por la zona. De esta parte solo os voy a dejar imágenes, porque sobran las palabras.


[Llegada del bus aquatico]


[Interior del bus aquatico]


[Vistas desde el bus aquatico]


[Vistas desde el bus aquatico]


[Vistas desde el bus aquatico]


[Vistas desde el bus aquatico]


[Bahía de Tokyo]

Al día siguiente visitamos Kawagoe, una zona no tan céntrica como las que habiamos visto hasta ahora, conocida por sus casas pintadas de negro. Estas viviendas fueron camufladas de este modo para evitar ser bombardeadas durante la guerra, de modo que a la vista de los enemigos, desde el cielo, parecian zonas sin construcciones o derruidas.

También, como no, en esa zona visitamos más templos 🙂


[Dragón en un templo de Kawagoe]


[Mercado tradicional en Kawagoe]

[Casa negra en Kawagoe]

Por la noche nos acercamos a Ginza, la zona pija de Tokyo, donde se pueden encontrar grandes edificios de las mas conocidas marcas, además de un sinfín de coches caros y gente muy a la moda. Aprovechamos para visitar la Applestore y descubrir los nuevos iPods Nano 🙂


[Calle de Ginza]


[Applestore de Ginza]


[Grandes anuncios en Ginza]

Al día siguiente teniamos pensado subir un monte pero como el día no acompañó mucho,  nos dejamos caer por el centro de Tokyo, donde pudimos divisar enormes edificios y el Palacio Imperial. Este último extremadamente vigilado y custodiado por numerosos guardias y puertas de acces. De echo, solo se puede ver a lo lejos (o pidiendo un pase).


[Rascacielos en Tokyo]


[Paso de zebra en Tokyo, llegando al Palacio Imperial]


[Palacio Imperial, Tokyo]

 


[Farolillos cerca de la Torre Tokyo]


[Torre Tokyo]

Hoy, que es nuestro último día en Japón, lo hemos pasado de compras por Ikebukuro (donde está nuestro hotel) y Akihabara. Por la tarde-noche hemos pensado que no podiamos despedirnos de este maravilloso país sin visitar el famoso cruce de Shibuya.


[Cruce de Shibuya, Tokyo]


[Cruce de Shibuya, Tokyo]

Y hasta aquí llega nuestro viaje amigos. Son las 4,19am y todavía sigo despierto a que llegue la hora de pillar el tren hacia el aeropuerto de Narita, para poner rumbo a casa. Nos esperan unas 15 horas de vuelo con escala en Amsterdam, de las cuales espero pasar muchas de ellas durmiendo, así que mejor no esperéis nuevas fotos 😛

Como resumen final, recomendaros a todos que visitéis Japón alguna vez en vuestra vida. No es simplemente una visita a un lugar desconocido, es aprender a reconocer la cultura del respeto y una gran forma de equilibrio.

 

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Descubriendo Japón – Parte 1

Me encanta Japón. Cuanto más veo, más me gusta. Y no deja de sorprenderme.

El domingo fue un día muy cansado. Terminamos literalmente agotados y sin fuerzas ni para quejarnos de lo cansados que estabamos.

Comenzamos la mañana paseando por Omotesando, la zona con más «pedigree» de Tokyo, donde se encuentran todas las tiendas pijas. Debéis saber que en Japón el aspecto es muy importante. La gente parece estar en una lucha constante por destacar respecto al resto. Y esto es bastante fácil de entender. El país del sol naciente es un lugar lleno de costumbres muy arraigadas, seguidas en masa. Adoradores de las metodologías, muy a menudo llegan a saturarse de una vida demasiado estructurada. Un pequeño colgante, el pelo teñido de un color llamativo o un sinfín de competiciones sobre la falda más corta y sensual. Cualquier forma de diferenciarse sirve y resulta casi impensable encontrar por la calle a una adolescente sin sus mejores trajes de gala y un par de horas de maquillaje.


[Celebración en Omotesando]

Después fuimos a Harajuku, donde paseamos largo y tendido por los comercios situados en Takeshita Dori, una calle muy céntrica, bastante frecuentada por adolescentes y turistas. Allí pueden encontrarse todo tipo de adornos y ropas, además de muchos objetos curiosos. Yo, que soy muy poco adorador de las tiendas, no presté mucha atención a los comercios, pero lo pasé bastante bien haciendo fotos a la gente entre la multitud.


[Calles de Harajuku]

[Chica paseando por Harajuku]


[Publicidad subliminal en la Harakuju]

 

Tras la ruta de compras nos acercamos a Yoyogui Park. A la entrada del mismo pudimos distrufar de los atuendos llamativos de unos cuantos jóvenes. Posteriormente nos adentramos en Meiji Jingu, donde encontramos un templo espectacular en el que se estaba celebrando una boda típica.


[Jovenes con vestimentas vistosas en Yoyogi Park]


[Chica con vestido llamativo en Yoyogi Park]


[Boda típica japonesa]

 

Pasamos el mediodía recorriendo Nippori, un lugar increíblemente tranquilo y relajado con varios templos. Caminamos un poco más y llegamos a Yanaka Graveyard, un cementerio enorme. Es curioso el concepto de cementerio que tienen aquí, como un espacio muy respetado pero especialmente abierto e incorporado al día a día y la naturalidad. Prueba de ello es que finalmente se trata de un parque donde la gente va a pasear. Cabe destacar que en este cementerio se encuentra la tumba de Yoshinobu Tokugawa, el último shogun de Japón.


[Templo en Nippori]


[Cementerio típico japonés]

Entrada la noche nos acercamos a Yanaka, donde encontramos varias calles que conservan su estado típico japonés. Allí compré un regalo y unas maravillosas pastas típicas. Un rato después, merecedores del descanso, entramos en un local a degustar un riquísimo postre hecho de frutas, judia y helado.


[Comprando dulces tradicionales]

 

Una vez llegamos a Ueno, nos acercamos a Ameyoko para disfrutar del auténtico mercado de pescado. Y esto debió abrirnos el apetito porque fuimos acercándonos a Izue, a degustar anguila con arroz en un magnífico restaurante típico. Para mí, una experiencia genial y totalmente nueva, por comer anguila sentado en un tatami.


[Mercado del pescado]


[Anguila con arroz]

Nos hemos tomado el lunes con más tranquilidad ya que estabamos realmente cansados y queremos empezar a recuperar energías para Kyoto. Por la mañana nos hemos levantado tardecillo y tras un buen desayuno-comida nos hemos acercado a Sunshine 60, un edificio con sesenta plantas, que alberga oficinas, un centro comercial y algunas instalaciones que hemos visitado.

Después de dar un rodeo por la parte del centro comercial, sobre la cual no voy a extenderme, puesto que ya conocéis mi cariño a hacia este tipo de lugares, hemos ido al acuario. Nada fuera de lo normal pero digno de visitar. Hay algunas especies locales y realizan actividades con los animales.


[Animalillo raro del aquario]

Tras pasar por el acuario nos hemos elevado hasta la planta 60 del edificio donde hemos podido divisar unas magnificas vistas de Tokyo y hacer muchas fotos panorámicas.


[Vistas desde la planta 60a del edificio Sunshine]

Más tarde hemos vuelto al hotel a descansar un rato y hemos salido a cenar por Ikebukuro, donde nos hemos puesto las botas con Gyoza y Soba. Paseito nocturno y prontito para casa a recuperar energías.


[Soba en un restaurante típico de Ikebukuro]

Hoy martes nos hemos levantado más tarde y hemos desayunado en el café italiano que hay cerca del hotel. De camino a la estación de tren de Ikebukuro nos hemos topado con un concierto de música en vivo, del cual hemos podido escuchar muy poco porque estaba terminando.


[Intérprete de la orquesta]

El resto del día hemos estado de visita por Akihabara. Es la parte de Tokyo donde se encuentran todas las tiendas de electrónica. La tecnología quizás es el punto que menos ha cumplido mis expectativas. Siempre había pensado que Japón es un lugar con tecnologías años luz del resto de Occidente -y especiamente España-, pero me ha parecido más bien que únicamente cuentan con una mejor integración en la vida diaria. Es decir, no he visto ningún cacharrillo que me haya sorprendido mucho y el precio de los gadgets es incluso ms caro que en Barcelona.


[Tiendas de tecnología en Akibahara]


[Hombres caminando por Akibahara]

Hemos vuelta al hotel a reponer fuerzas y estar bien descansados. Mañana nos espera una de las partes más interesantes del viaje: Kyoto. Seguramente más tarde iremos a un restaurante de la zona donde te traen la carne cruda en una bandeja para que tu mismo la cocines.

Curiosidades sobre Japón:

¿Sabéis que en Japón se suicidan unas 10 personas al día? Esta tasa subió durante el pasado mes de abril, en el que llegaron a quitarse la vida una media de 100 personas al día.

Los japoneses son personas tremandamente ordenados. En cada obra que te cruzas por la calle hay ms gente señalizando la misma que trabajando. Todo esta tremendamente bien organizado y las indicaciones para llegar a los lugares son perfectas.

La vida en Japón es bastante agitada. Prueba de ello es que apenas existen bancos ni lugares para sentarse en las calles. La mayoría de los locales transitan sin cesar y sin hacer grandes pausas. En los bares y restaurantes las mesas se ocupan lo mínimo posible para terminar la consumición y a continuación se abandona el lugar.

Las bicis están muy bien integradas en la vida cotidiana. Circulan por todos los lugares, incluída la acera, y nunca hay ningún choque con los peatones y los coches. Básicamente todo el mundo utilia un mismo modelo de bicicleta, que a menudo incluye un tipo de candado que bloquea la rueda trasera. Esta es la única seguridad y en muchos casos ni tan solo esto.

Y hablando de segurida, Tokyo es una ciudad tremandamente segura. Desde que hemos llegado a aquí no hemos visto ningún tipo de delincuencia y tampoco se cometen infracciones de tráfico. Como ya sabéis, la gente es tremendamente respetuosa y ante cualquier pequeño desliz, como puede pisar a alguien sin querer, las partes implicadas se desviven en un ritual de perdones de lo más corteses.

He leído bastante sobre la reacción de los japoneses frente a los occidentales. Aunque aprecian el turismo y tratan muy bien a la gente de fuera, es sabido que los locales no se sienten especialmente cómodos con los foráneos. Pero hay algo muy acurioso: en ningún momento vas a notar que te observan con admiración o recelo. El único modo de darte cuenta es dirigir rápidamente tu mirada a uno de ellos y notarás como desvía sus ojos hacia otro lugar, con una velocidad admirable.

Otro aspecto que me está sorprendiendo bastante es la cantidad de chicas jóvenes que vemos por la calle, en comparación con los chicos. Pero si algo realmente cuesta de ver en las calles de Tokyo es a la gente de mediana edad. Quizás sea porque están trabajando durante las horas que nosotros paseamos o porque sea poca costumbre disfrutar del ocio fuera de casa, pero incluso en el metro cuesta de verlos.

Si pensamos en los trabajos, algo que me ha gustado bastante es la especialización de los oficios, sea cual sea. A diferencia de nosotros, ellos viven por y para el trabajo. Son perfectamente responsables de su rol en las empresas y realizan todo tipo de tareas en el negocio. Por ejemplo, un mismo empleado es capaz de limpiar el suelo, arreglar una máquina, atender a los clientes o servir una mesa. Aunque hayan varios trabajadores, todos ellos realizan diferentes tipos de tareas. Y lo hacen con un nivel de especialización tan detallada y un buen trato al cliente, que se nota que se entregan totalmente a ello. Sinceramente, envidio que nosotros no seamos tan buenos trabajando.

Hoy he querido probar el tabaco japonés, por simple curiosidad. Debéis saber que en las calles no se puede fumar, salvo en unas zonas especialmente señaladas para ello. Me he dirigido a una de esas zonas y he sentido un rechazo bastante grande hacia mi. De repende había un círculo vacíó de gente donde yo estaba. Pienso que se han sentido invadidos en algún sentido. Voy a volver a repetir la experiencia. Quiero saber más.

Por cierto, hoy en el metro hemos visto un mensaje de que Japón está en alerta máxima por algo, pero el mensaje en inglés no da mucha información. En japonés suelen incluir muchos más detalles. No he encontrado el motivo por internet.


[Saludetes desde Tokyo]

Más fotos aquí

Resumen 10 Aniversario Cibernarium

Me gustaría poder resumir las ponencias del 10o Aniversario del Cibernarium, pero la verdad es que hay muy pocas cosas que no sean dignas de mencionar, así que ahí va un resumen-SMS:

  • Los jóvenes emprendedores tienen las cosas muy claras. Modelos de negocios definidos, inicialmente o a posteriori, pero con un target de usuarios concreto y la visión de futuro bien acotada.
  • Sixto Arias plantea como candidato indudable a la evolución para 2009 las plataformas móviles y cree en Barcelona como un núcleo de oportunidades muy consistente.
  • Enrique Dans aboga por la no regulación de la red, haciendo incapié en la propia naturaleza de ésta y los intereses ocultos en legislar Internet.

Han sido charlas muy interesantes, de las cuales os dejo 3 frases que me han gustado mucho:

  • Internet es como un cuchillo. Depende de cómo lo uses (David Blanco).
  • El mayor enemigo de la innovación es la desinformación (persona del público respondiendo a Sixto Arias).
  • Si en la vida real no me voy de copas con mi jefe, ¿por qué en Facebook comparto mis fotos borracho con él? (Sixto Arias)

El Talento, por Gabriel Ferraté

El pasado miércoles tuve el placer de escuchar la conferencia «El Talento» de Gabriel Ferraté, dentro del marco de la I Trobada Alumni UOC 2009. Era la primera vez que escuchaba una charla de Gabriel Ferrater y, como podéis imaginar, ha superado con creces mis expectativas.

Gabriel es uno de estos simpáticos sabios -de los antiguos- a quien puedes escuchar durante horas y horas sin cansarte. Tienes la sensación de estar recibiendo una maravillosa lección en cada una de sus frases, mucho más allá de las teorías o paradigmas enseñados en los libros y en las aulas. Sin lugar a duda, Gabriel es una persona que eclipsa y merece sin ningún tipo de vacile ser acompañado de la forma «Excelentísimo Señor».

El ex-rector y creador de la Universitat Oberta de Catalunya habló sobre la importancia de llevar a cabo las ideas y de los elementos necesarios para que éstas se materialicen y no queden olvidadas en el tintero, haciendo especial mención al talento. Como ya sabemos, el talento puede ser innato o adquirido. Algo que no terminamos de tener tan claro es que el talento se encuentra en la sociedad en magnitudes y cantidades asombrosas. Contrariamente a lo que solemos pensar, éste no es únicamente una virtud de unos pocos. El talento se materializa en diferentes ámbitos y cada cual debe encontrar dónde encaja o en qué es excepcionalmente bueno.

Si además reflexionamos sobre la sociedad red en la que vivimos, no debemos dejar pasar la oportunidad de entender la importancia de identificar el talento. Y no solo el talento existente. Debemos indagar sobre los nuevos talentos y buscar la diversificación. Al fin y al cabo vivimos cambios continuos y necesitamos adaptarnos, aprender, crecer y desenvolvernos en nuevos esquemas.

Entonces, tenemos clara la necesidad de buscar e identificar el talento a diario, en cada momento, sin descanso. Aquí tenemos serios problemas. Y es que tal como comentaba el Excelentísimo Sr. Ferrater, nuestra cultura no nos ayuda mucho en esta cruzada. Si en Estados Unidos se conciben los errores como un paso necesario para acumular experiencia, aquí nos encontramos con una situación muy diferente: equivocarse es pecado. ¿Y quién va a intentar hacer algo que está tan mal visto? Vale, la cosa está complicada y por eso mismo hace falta contar con un esfuerzo adicional para gestionar el talento, mediante el desarrollo personal y profesional, incrementando la confianza en nosotros mismos. Pero, incluso mucho antes, antes de intentar identificar el talento, hemos de saber qué estamos buscando. Después ya trataremos de identificar dónde está este talento. El problema aparece cuando nos encontramos como muchas organizaciones sin liderazgo, incapaces de identificar el talento, haciendo que éste desaparezca y decida marcharse a otro lugar. Ante este reto, Gabriel Ferrater propone un enfoque muy sensato: tratar a las personas como los elementos necesarios para conseguir nuestros objetivos y no únicamente como puros recursos. Es decir, empecemos a pensar en las personas como el capital y no solo como el catalizador.

Finalmente, me gustaría reproducir 3 reflexiones del ponente:

– Debemos legislar menos y recompensar las buenas iniciativas, tales como la innovación, mejoras y nuevas creaciones.

– Además de crear sabios, necesitamos proveer a la sociedad de personas con talento, adaptables al cambio.

– Querer es poder.