El pasado miércoles tuve el placer de escuchar la conferencia “El Talento” de Gabriel Ferraté, dentro del marco de la I Trobada Alumni UOC 2009. Era la primera vez que escuchaba una charla de Gabriel Ferrater y, como podéis imaginar, ha superado con creces mis expectativas.
Gabriel es uno de estos simpáticos sabios -de los antiguos- a quien puedes escuchar durante horas y horas sin cansarte. Tienes la sensación de estar recibiendo una maravillosa lección en cada una de sus frases, mucho más allá de las teorías o paradigmas enseñados en los libros y en las aulas. Sin lugar a duda, Gabriel es una persona que eclipsa y merece sin ningún tipo de vacile ser acompañado de la forma “Excelentísimo Señor”.
El ex-rector y creador de la Universitat Oberta de Catalunya habló sobre la importancia de llevar a cabo las ideas y de los elementos necesarios para que éstas se materialicen y no queden olvidadas en el tintero, haciendo especial mención al talento. Como ya sabemos, el talento puede ser innato o adquirido. Algo que no terminamos de tener tan claro es que el talento se encuentra en la sociedad en magnitudes y cantidades asombrosas. Contrariamente a lo que solemos pensar, éste no es únicamente una virtud de unos pocos. El talento se materializa en diferentes ámbitos y cada cual debe encontrar dónde encaja o en qué es excepcionalmente bueno.
Si además reflexionamos sobre la sociedad red en la que vivimos, no debemos dejar pasar la oportunidad de entender la importancia de identificar el talento. Y no solo el talento existente. Debemos indagar sobre los nuevos talentos y buscar la diversificación. Al fin y al cabo vivimos cambios continuos y necesitamos adaptarnos, aprender, crecer y desenvolvernos en nuevos esquemas.
Entonces, tenemos clara la necesidad de buscar e identificar el talento a diario, en cada momento, sin descanso. Aquí tenemos serios problemas. Y es que tal como comentaba el Excelentísimo Sr. Ferrater, nuestra cultura no nos ayuda mucho en esta cruzada. Si en Estados Unidos se conciben los errores como un paso necesario para acumular experiencia, aquí nos encontramos con una situación muy diferente: equivocarse es pecado. ¿Y quién va a intentar hacer algo que está tan mal visto? Vale, la cosa está complicada y por eso mismo hace falta contar con un esfuerzo adicional para gestionar el talento, mediante el desarrollo personal y profesional, incrementando la confianza en nosotros mismos. Pero, incluso mucho antes, antes de intentar identificar el talento, hemos de saber qué estamos buscando. Después ya trataremos de identificar dónde está este talento. El problema aparece cuando nos encontramos como muchas organizaciones sin liderazgo, incapaces de identificar el talento, haciendo que éste desaparezca y decida marcharse a otro lugar. Ante este reto, Gabriel Ferrater propone un enfoque muy sensato: tratar a las personas como los elementos necesarios para conseguir nuestros objetivos y no únicamente como puros recursos. Es decir, empecemos a pensar en las personas como el capital y no solo como el catalizador.
Finalmente, me gustaría reproducir 3 reflexiones del ponente:
– Debemos legislar menos y recompensar las buenas iniciativas, tales como la innovación, mejoras y nuevas creaciones.
– Además de crear sabios, necesitamos proveer a la sociedad de personas con talento, adaptables al cambio.
– Querer es poder.